Muy buenas a todos. Llega otro fin de semana, y debemos
estar preparados para vivirlo a lo grande, porque pueden ser los últimos días
de este “verano atípico” que estamos viviendo, con solecito y posibilidades de
ir a la playa, y tumbarnos al sol a disfrutar de un buen libro, como del que os
vengo a hablar. Así que, sin más dilación os traigo la reseña de Live, última
parte de la trilogía Play, de Javier Ruescas (anteriores reseñas, aquí y aquí)
Todos los finales son tristes, precisamente porque sabemos
que es el final… y cuando llega, tenemos que ser fuertes, y enfrentarnos a él
con la mayor entereza posible, y aunque esa era mi firma intención cuando
empecé a leer, nada más haber leído un par de páginas, me di cuenta de que eso
no iba a poder ser, porque, la historia de Leo y Aarón se había convertido en
parte de mí, y sabía que después de aquí, después de llegar a la última página
de su increíble “viaje”, no iba a poder disfrutar de una nueva aventura a su
lado.
Este “cierre” comienza con un viaje. Un viaje incitado por
el maravilloso y estrambótico Ícaro, el nuevo amor de mi vida literaria, que
propone a los chicos viajar, con tres acompañeras, por unas cuantas ciudades de
Europa, lejos de Develstar y los paparazzi, y disfrutar del que puede ser su
último verano, antes de tener que empezar a enfrentar la vida adulta que tanto
han estado posponiendo.
Como siempre, la forma de escribir de Ruescas me ha
enganchado desde la primera letras, y ha hecho que me sintiera una más del
viaje, viviera cada experiencia a su lado, y acudiera a cada uno de los “conciertos
improvisados” que fueron realizando los chicos por el camino.
Si Ícaro me había enamorado tras su aparición en el anterior
libro, lo de ahora ha sido como una explosión de amor hacia su persona, que ha
llegado a colmarme por completo… sobre todo, desde que “descubrí” que es un
completo enamorado de Doctor Who, igual que una servidora, y cada una de sus “frases
célebres” y ocurrencias barias, relacionadas con dicho Doctor, hicieron que
cada dos por tres, acudiera una sonrisa a mi boca.
En cuanto a los propios Leo y Aáron, por fin encuentran su
lugar, y sin querer contaros nada (por eso de no desvelar) os puedo decir que
me parece que ambos personajes tienen un final genial, el cual se merecen
completamente.
Cuando llegué a las últimas páginas del libro, no pude sino pensar
que había perdido algo… un amigo, un compañero. Aunque no os lo lleguéis a
creer, lloré como una magdalena, como no había llorado desde que leí Harry
Potter y el cáliz de fuego (y sí, me estoy refiriendo a la parte del
cementerio)
Creo que este ha sido un gran desenlace para la magnífica
historia de Leo y Aáron, y aunque sé que ya no voy a poder volver a vivir una
nueva aventura a su lado, sé que, siempre que quiera, los tendré cerca para
volver a emocionarme con ellos, como lo he hecho esta primera vez.
Un saludo desde mí Mundo Mundano, donde Aarón, Leo, Ícaro,
Emma, Zoe y Selena, vivirán para siempre.
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