Muy buenas a todos. Comenzamos una semanalita nueva, y
aunque yo ahora mismo estoy de viaje, no quería faltar a mi cita de los lunes.
Así que aquí estoy, con una reseñita un tanto especial, ya que es una reseña
que va de cine, pero también va de animación japonesa, de esa que tanto me
gusta, conocida como anime, aunque como ya he dicho, en esta ocasión, vengo a
hablaros de cine, y como ya hice hace tiempo, como no me conformo con hablaros
de una, os traigo una triple reseña…
Aquí estoy hoy para hablaros sobre La princesa Mononoke, sobre
Ponyo en el acantilado, sobre Susurros del corazón y sobre Haru en el reino de
los gatos.
Lo primero es lo primero, y creo que es por ello que he de
empezar por La princesa Mononoke, por eso de que es una película de 1997 y yo
no la he visto hasta el 2014.
Ambientada en el Japón medieval, se centra en la lucha entre
los guardianes sobrenaturales de un bosque y los humanos que necesitan sus
recursos. Ashitaka, el último príncipe Emishi, sufre una herida durante una
lucha contra el dios jabalí Nago, que había sufrido una maldición, y creyendo
que ahora la maldición está dentro de él, decide viajar, por consejo de una de
las ancianas del pueblo, hacia el oeste, con la intención de ir a la tierra natal
de Nago y encontrar el lugar donde se originó la maldición, en busca de una
cura.
La película me ha parecido una completa obra maestra, un
poco larga, eso sí, pero absolutamente fantástica. Es una crítica fabulosa a la
sociedad consumista y destructora, que se ha olvidado de que la naturaleza
estaba aquí primero, y que debemos protegerla y cuidarla porque es nuestro bien
más preciado.
Creo que no solo merece mucho la pena verla, sino que,
aquellos que, como yo hasta hace poco, aun no la han visto, deberían estar buscándola
ya mismo, para disfrutar de esta magnífica historia, que no solo merece la
pena, sino que será una de esas obras indispensables en vuestra colección
cinematográfica.
Dicho esto, creo que ha llegado el momento de pasar a Ponyo
en el acantilado.
Un día, al bajar a jugar a la playa que está al lado de su
casa, Sousuke se encuentra una niña-pez, a quien pone de nombre Ponyo. Se hacen
muy amigos, pero el padre de Ponyo, Fujimoto, un hechicero de las profundidades
del océano, no quiere que su hija viva entre los humanos, y se la lleva del
lado de Sousuke de vuelta al mar. Ponyo, que ha decidido que quiere tener manos
y pies, y vivir en la superficie con su amigo, decide volver al lado de
Sousuke, aunque ello implique el desequilibrio del mundo.
Nada más comenzar esta película, ya me enamoré de ella, y no
solo porque sea tan azul (sí, sé que el hecho de que en la película predomine
el azul, con todo ese mar de por medio, no es una razón para decir que me haya
gustado la película, pero ¿qué queréis? ME ENCANTA EL AZUL) La historia no solo
me pareció enormemente tierna, sino que consiguió que me acordara un poco de la
Sirenita, una de mis historias favoritas de pequeña, solo que sin el final de
sal, sino con uno más feliz. Creo que esta es una de las historias más tiernas,
probablemente porque sus protagonistas no son más que unos niños, y porque
Ponyo es la cosa más tierna y adorable que te puedas imaginar nunca.
Es una preciosidad de película, totalmente recomendable para
toda la familia, y que estoy segura de que os va a encantar.
Y ahora pasamos a Susurros del corazón y Haru en el reino de
los gatos, y precisamente, de estas dos os vengo a hablar juntas, porque tienen
una “especie de continuidad”, de la cual os hablaré a continuación.
Susurros del corazón es la historia de Shizuko, una
adolescente aficionada a la lectura, que tiene como plan para las vacaciones,
leer todos los libros que pueda de la biblioteca, y traducir canciones
extranjeras. Para su sorpresa, sus planes dan un giro cuando descubre que hay
un mismo nombre en las fichas de todos los libros que coge: Seiji Amasawa. Un
día, en el tren, se encuentra con un gato misterioso que le llevará a la tienda
donde trabaja el misterioso Seiji como aprendiz de lutier. Allí, este la anima
a realizar su sueño de escribir, y desde ese momento, el único afán de Shizuku
será el de escribir una fantástica historia donde El Barón, una peque figura de
un gato, con chistera y bastón, será su máximo protagonista.
Creo que es una de las historias que más me ha cautivado de
estudio Ghibli precisamente porque no tiene nada de fantástico. Esta cinta se
aleja de todo lo que estaba acostumbrada con ellos, y se centra en la historia de
una joven (una joven muy parecida a mí, que ama los libros por encima de todas
las cosas), cuyo sueño es el de escribir, y estar con la persona amada, y
aunque hay algunas imágenes de fantasía, estas, simplemente, pertenecen a la
imaginación de Shizuku, y a su historia.
En mi opinión es una película realmente preciosa, que merece
mucho la pena ver, y que espero que todos le deis una oportunidad, porque estoy
segura que os va a encantar.
En cuanto a mi insistencia de que de Haru en el reino de los
gatos debía ser la última película de la que os hablara, no es por otra cosa
que porque, precisamente, después del estreno de Susurros del corazón, las
escenas de fantasía, pertenecientes a la historia que Shizuku está “escribiendo”
durante el desarrollo de la película, se hicieron tremendamente populares, y
los aficionados reclamaron una película basada en su supuesta novela, que
terminó siendo, precisamente Haru en el reino de los gatos.
Haru es una estudiante a la que le cuesta levantarse por las
mañanas, por lo que suele llegar tarde a clase. En uno de sus multiples
retrasos, encuentra a un gato, al que decide seguir sin pensarlo, y al que salvará
la vida, lo que le llevará a ser secuestrada y llevada al reino de los gatos,
donde, el rey de los gatos, decidirá casarla con su hijo, por haberle salvado
la vida. Haru conocerá entonces al Baron Humbert von Gikkingen, una estatua con
alma de gato, nacida de la dedicación del artesano que la creó, y dueño de la
Oficina de Asuntos Gatunos. En cuanto conocer a Haru decide ayudarla, y junto a
Muta, el gordo y cínico gato que ya conocimos también en Susurros del corazón,
tratarán de liberar a Haru del “terrible destino” que le aguarda en el reino de
los gatos.
Esta película tenía que gustarme a la fuerza, no solo la
gran cantidad de gatos que salen en ella, sino porque el Baron es un personaje
que se hace querer desde el minuto uno de salir en pantalla, y es que ¿quién no
va a querer a un gato impecablemente vestido, con chaleco, sombrero de copa y
bastón?... eso es algo imposible de no querer.
Esta si es una historia con mucha fantasía, pero que te
engancha desde el minuto uno, y te lleva a un mundo no solo lleno de magia,
donde los gatos hablan, y tienen su propio reino, sino que además, es una
historia llena de significado, donde Haru aprende que es importante ser fuerte
y tener una opinión propia, no dejándose llevar por lo que piensan los demás.
Susurros del corazón y Haru se han convertido en
dos de esas películas indispensables en mi colección Ghibli, y que las
recomendaré encarecidamente a todo aquel que me quiera escuchar.
Bueno, creo que con esta super reseña, super larga, ha
llegado la hora de despedirme hasta el viernes, en el que prometo tratar de
venir con algo más ligero.
Un saludo enorme a todos desde mí Mundo Mundano, que durante
unos días va a estar “apagado o fuera de
cobertura” al trasladarse de lugar a tierras más peninsulares…
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